11/4/12

Obra de Carles Brunet


Hoy os queremos dar a conocer la obra de nuestro amigo Carles Brunet, que nos enseña como se puede sobrevivir en este mundo, a pesar de las adversidades, y asi nos lo muestra en esta trilogia que no tiene desperdicio alguno.




Carles es un chico alcohólico que se ve incapaz de mantener su sobriedad, además de sufrir un trastorno bipolar. Refugiado en su música y su guitarra, amante de una filosofía que persigue sueños inalcanzables, se traslada a vivir a la montaña donde conseguirá ser feliz durante un tiempo, pero algo insospechado ocurrirá que hará que se ponga irremediablemente enfermo y que tenga que tomar una decisión a vida o muerte.




Años 80, Carles es un joven cantautor que vive la época de la droga y se inicia con la heroína.Dídac, un amigo suyo, le propone irse a Ámsterdam con la intención de alejarlo de esta temible droga mortal a un lugar donde la supervivencia es el único objetivo de sus habitantes y donde nadie goza adentrarse, allí Carles descubrirá un submundo lleno de peligros y amenazas pero conseguirá olvidarse de la heroína. A su vuelta Carles cambiará la heroína por las anfetaminas que traerá de Holanda y terminará olvidado y solo en una pensión de mala muerte hasta que sus familiares le convencerán para que ingrese en un centro de desintoxicación.


Carles es un chico con un carácter muy especial, hipersensible e hiperactivo, arrastra problemas desde su infancia. En su adolescencia se inicia en el consumo de alcohol, esto le desestabilizará y le creará profundas depresiones y crisis con trastornos de la personalidad. A su edad adulta Carles se habrá convertido en alcohólico y drogadicto, entonces le será diagnosticado un trastorno de la personalidad tipo bipolar maníaco afectivo que junto con su alcoholismo le llevará a tener graves problemas. Carles busca la verdad e intenta comprender quién es él, pero el alcohol y las drogas lo confunden todavía más aniquilando su autoestima por completo. Después de veinticinco años siendo un alcohólico activo y de pasar por situaciones límite que casi le llevan a la muerte, sufriendo varios intentos de suicidio, un delirium tremens y un grave accidente que le deja casi inválido, además de pasar nueve meses en la cárcel, Carles decide ponerse en manos del AMOR y logra salir del pozo infernal del alcoholismo. Entonces Carles se transforma por completo recuperando su salud y su autoestima gracias al AMOR. Una vez recuperado, Carles decide que tiene que hacer algo por los que están sufriendo a causa de sus adicciones y decide escribir su historia para que llegue a estas personas. Un relato en primera persona que lleva a la reflexión y a plantearnos dónde están los límites de la persona humana y dónde está la verdad que todos buscamos.



PEQUEÑO RESUMEN DE LA VIDA DEL AUTOR

Nací en el hermoso pueblo de Tossa de Mar, en la Costa Brava, un mes de septiembre del año 1966. A diferencia de mis hermanos, nací en mi casa, una casa que tenía un encanto especial por su antigüedad, más de quinientos años. Antiguamente había sido una posada y también sirvió de refugio a ciertas familias señoriales que se defendían de las guerras, por este motivo todavía conservaba una garita de vigilancia en su parte derecha donde la construcción lindaba con el patio exterior donde había un lavadero y el lavabo, un lavabo frío y húmedo que te obligaba a salir de la casa donde pasábamos los inviernos recogidos en la chimenea del comedor en compañía de nuestros abuelos, mi abuela María y mi abuelo Ignacio. Yo era el tercero de mis hermanos y tuve una infancia muy feliz. La señora María Teresa, dueña del hotel Florida y de diferentes comercios y locales, quiso ser mi madrina como consecuencia de la gran amistad que mantenía con mi madre Rosario. Recuerdo que cada mes acostumbraba a visitarnos y siempre me traía un regalo, un juguete que me llenaba de ilusión y que hacía sentirme feliz. Recuerdo mi primera bicicleta que aprendí a montar delante de nuestra casa, can Gich, que era el apellido de mi abuela María. La casa de nuestros vecinos que estaba adosada a la nuestra y que se llamaba can Magí, también tenía un encanto especial, en una de sus estancias había un viejo piano que habría tocado algún o alguna pianista en tiempos pasados, así mismo viejas estanterías llenas de polvo albergabanviejas partituras que habrían servido para el estudio de aquel olvidado piano. La sala estaba llena de objetos como caracolas de mar y algunos muebles tapados ahora con sábanas blancas para que no se deteriorasen y no cogieran polvo con el paso del tiempo. A aquella sala acudía yo a hacer sonar las teclas de aquel misterioso piano que ya nadie tocaba. Recuerdo los desayunos con chocolate en can Magí, en su sala principal, con las paredes aconchadas de mosaicos de mil colores que daban un aspecto frío pero acogedor a la sala. Allí también celebrábamos los cumpleaños, los nuestros y los de nuestros vecinos que solamente habitaban la casa en verano y que la cerraban durante el invierno para irse a Mollerusa a estudiar durante esa época del año. En verano después de cenar, nos reuníamos delante de nuestra casa a tomar el fresco y a hablar. Durante el día íbamos a la playa, siempre por la mañana y cuando regresábamos de ella, nos íbamos al Hotel Neptuno a bañarnos a su piscina para desalarnos del agua del mar. Luego al mediodía hacíamos la siesta que entonces todos a excepción de mis padres y abuelos, odiábamos. En Tossa solamente hice el parvulito ya que cuando contaba con seis años de edad, mis padresdecidieron abandonar can Gich para trasladarse al pueblo de Banyoles con su bello lago. En aquellos añosBanyoles vivía el auge turístico y una de sus mejores épocas. Nos ubicamos en una casa de alquiler en un pequeño barrio de sesenta casas donde todos nos conocíamos, pero no fuimos muy bien aceptados por provenir de otro pueblo y esto hizo que mi infancia se complicara por el rechazo que sufría por parte de mis vecinos y compañeros de clase en mi primer curso de básica. La escuela no se encontraba muy lejos de nuestro barrio e íbamos a ella por un hermoso caminito por donde cruzaba un pequeño río donde echábamos botellas vacías y las seguíamos hasta que el pequeño río entraba en una zona de asfalto que lo tapaba. Nuestro barrio estaba rodeado de campos verdes y amarillos en verano donde nosotros pasábamos muchas horas. Había unos nogales y a ellos nos encaramábamos para coger nueces aun cuando estaban verdes, y hacíamos cabañas con palos y telas viejas que nos daban nuestras madres. Cuando cumplí los nueve años de edad empecé a tener problemas en el colegio, la maestra me castigaba siempre porque no prestaba atención y solamente esperaba la hora del patio para salir a jugar con los demás chicos del colegio. En una ocasión me hizo permanecer durante dos días delante de la pizarra con la lengua fuera hasta que mi madre acudió al colegio a hablar con ella. Los jueves que íbamos a aprender natación también me dejaban en los pasillos del colegio castigado, por, según la maestra, mi mal comportamiento producido por una hiperactividad que me apartaba del estudio. Al cumplir los diez años cambié de colegio y me fui a estudiar al nuevo colegio que se llamaba Verge del Remei y allí también tendría problemas porque a veces pegaba a algún chico que era más débil que yo y entonces sus amigos se reunían al salir de clase y me esperaban para pegarme fuera del colegio. Cuando hacía quinto de básica conocí a las monjas Carmelitas que tenían en Banyoles el convento, solía ir a pedirles pan de Ángel y las visitaba muy a menudo. Pronto decidí que quería ser monaguillo y las monjas me remitieron al cura, Don Josep, que me cogió para hacer de monaguillo de ocho a ocho y media de la mañana, antes de ir a la escuela. Una vez terminada la misa me daban el desayuno para que fuera al colegio habiendo desayunado. Un día empecé a robar dinero del cesto que pasábamos durante la misa, monedas y billetes de cien pesetas y antes de entrar en el colegio me paraba en una pequeña tienda de caramelos y compraba caramelos de todas las clases que luego repartía en el colegio. Como no estudiaba y no dejaba estudiar a los demás, la maestra me puso en un pupitre aparte justo delante de la pizarra donde no pudiera molestar a mis compañeros de clase. Luego dejé de hacer de monaguillo porque quería ser pastelero, pero no sería hasta que hiciera el octavo curso que me pondría en contacto con la pastelería Figueres que me daría trabajo cada día a partir de las seis de la tarde y hasta las nueve de la noche, fregando latas y perolas y aprendiendo pequeñas cosas camino de hacerme un buen pastelero. Luego al terminar mis estudios me quedé en la pastelería trabajando toda la semana exceptuando los lunes. En la pastelería hacíamos de todo durante todo el año, pastas de te, dulces como bracitos de nata y puentes de trufa, San Marcos, Saras, canutos de nata y de trufa, búlgaros, borrachos…luego hacíamos repostería, tocinillos del cielo, cactus, cocos, trufas…también hacíamos turrones durante la época de navidad y barquillos y por semana Santa, monas y roscos y también hacíamos pasteles de boda para los restaurantes. En la pastelería Figueres trabajé tres años. En aquella época empecé a ser víctima del mal entendimiento entre mis padres, mi madre odiaba a mi padre y siempre me decía que yo era como él, haciéndome sufrir, también me llevaba siempre la contraria negativizando todo lo que yo hacía o quería hacer manifestando aquel odio hacia mí que todavía me encontraba en mi adolescencia. En aquella época me compré mi primera moto, una Enduro H6 que era de mi hermano mayor Alberto. Luego a los dieciséis años me compré una moto Vespa, entonces ya había dejado de trabajar en la pastelería Figueres y me encontraba trabajando en la pastelería can Boix donde obtuve el grado de oficial de segunda dedicándome al apartado de los pasteles de nata, de trufa y de mantequilla y a la decoración de pasteles de aniversario. Fue en aquella época cuando me tomé mis primeras cervezas los domingos cuando terminábamos el trabajo. Acudíamos a un bar y nos tomábamos dos cervezas medianas acompañadas de alguna tapa de calamares o boquerones y recuerdo perfectamente qué efecto me producían aquellas dos cervezas que me sentaban tan bien medio embriagándome. Entonces todavía no sabía que un día me convertiría en un alcohólico y que mi vida se convertiría en una auténtica tragedia a causa del consumo de alcohol.Me saqué el carnet de conducir cumplidos los dieciocho años y me compré un Seat 127 que era mi sueño y tuve mi primera novia. Cuando tenía diecinueve años mi novia quedó embarazada y contrajimos matrimonio. Nuestro matrimonio duró poco más de tres semanas y no viví su embarazo. Luego se separaron mis padres y mi madre, yo y mis dos hermanos menores nos quedamos solos en casa ya que mis dos hermanos mayores ya se habían independizado y ya vivían con sus respectivas mujeres. Empecé a tener problemas con la bebida y a causa de esto me convertí en una alma triste que no entendía la vida. Intenté suicidarme dos veces sin éxito. Cada dos por tres tenía una crisis y lo rompía todo. Empecé a tener accidentes de coche y de moto y no hice daño a nadie ni me maté de milagro. Mi alcoholismo empezó a agravarse y me ponía muy desagradable culpando de todo a la vida, culpando a la sociedad. Me inicié en el mundo de las drogas. Después me hice cantautor y me hice llamar HOOK, (El cantautor del lago) y grabé mi primera maqueta “SOMNIS”. Seguí consumiendo alcohol y drogas y estuve a punto de engancharme a la heroína, por suerte la abandoné a tiempo pero a causa de haber compartido las jeringuillas contraje la hepatitis C. Empecé a hacer vida en el bar y a vivir como un bohemio enganchado a la cerveza. Fui un irresponsable con mi hija y nunca fui un padre para ella, sino un pobre drogadicto alcoholizado y enfermo de amor que no se hizo cargo nunca. Cuando tenía veinticuatro años me echaron de casa porque atemorizaba a mis hermanos cuando llegaba bebido y me ingresaron en el manicomio de Salt. Empecé a vivir en casas de amigos y tuve mi segunda novia, pero la bebida me encolerizaba y montaba unos dramas difíciles de aguantar. Viví en pensiones baratas totalmente alcoholizado. Decidí que tenía que acabar con mi sufrimiento e ingresé en un centro de desintoxicación en Tarragona y conseguí ser otra persona, pero no terminé el programa y volví a alcoholizarme. Volví a Banyoles y me fui a vivir con los okupas. Grabé mi segunda maqueta “M’ASSASSINA LA VIDA” y formé un grupo musical que me acompañaba. Grabé NO T’HE OBLIDAT y PERILL D’AMOR en los estudios Music Land. El grupo se disolvió a raíz de la muerte de uno de mis músicos, nuestro bajista Glasqui. Después me fui a la montaña huyendo de mi alcoholismo y estuve en dos casas, pero me tuve que ir de las dos por mi mala cabeza, la cabeza de una persona incapaz de quererse y afrontar la vida, convirtiéndome en un cobarde. Después llegó la enfermedad mental, el trastorno bipolar y empecé a tomar medicación psiquiátrica. Volví a la pensión y seguí alcoholizándome. Conocí a María Jesús, de Madrid y me fui a Girona con mi padre y mi tío. Pasé una época feliz entre Madrid y Girona viviendo el amor con María Jesús. Volví a la montaña porque un vecino nos agredía con violencia y yo no lo podía afrontar a causa de un miedo insuperable. La relación con María Jesús se estropeó y volví a hundirme en mi alcoholismo. Volví otra vez a Girona con mi padre y mi tío. Volví a sufrir el odio y la violencia de nuestro vecino y volví a huir. Me fui a mi pueblo natal, Tossa de Mar, pero a causa de mi alcoholismo desaproveché todas las oportunidades y causé un gran daño. Tuve otro intento de suicidio y llegué a un estado muy lamentable. Tuve que marcharme de Tossa a causa de todos los disparates que hacía cuando bebía. Volví a Girona con mi padre y mi tío. A causa de mis paranoias hui otra vez y me fui a Olot, allí todavía acabé peor que en Tossa y volví a Girona dispuesto a ingresar en un centro. Nos fuimos a vivir a SantFeliu de Guíxols, un pueblo de la costa vecino de Tossa de Mar para que yo pudiera empezar una nueva vida y empecé a asistir a los grupos de Alcohólicos Anónimos y a seguir el programa del CAS Teresa Ferrer de Girona y empecé a recuperarme. Cuando ya parecía que me había recuperado tuve otra recaída y volví a lo de siempre intentando suicidarme y sufriendo un grave accidente que casi me deja inválido. Volví a separarme de mi padre y mi tío y me instalé en una habitación de alquiler en SantFeliu. Me dio por delinquir cuando nunca lo había hecho y acabé en la prisión. Gracias a mi enfermedad me suspendieron la condena a cambio de seguir tratamiento en el CAS Teresa Ferrer hasta mi completa recuperación y volví con mi padre y mi tío. Volví a recaer y puse en peligro mi libertad y mi integridad física. Me volví a poner gravemente enfermo y llegué a un estado muy cercano a la locura. Reaccioné y empecé a pensar que debía abandonar por completo el alcohol y todas las drogas y empecé a luchar como nunca lo había hecho poniéndome en manos de Dios. Hoy sigo luchando y comprendo que no todo el mundo me podrá perdonar, pero si consigo alcanzar definitivamente mi sobriedad, me daré por satisfecho.Pero vayamos a mi historia cuando ya contaba con diecinueve años sumido ya en el mundo del alcohol y las drogas. Entonces todavía no sospechaba hasta dónde llegaría, hacia mi muerte psíquica, moral y espiritual y por poco, por muy poco,  a mi muerte física..


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