Tras concluir los preparativos para el desafío religioso y mientras se aproximaban al altar, uno de los curas inició la misa diciendo: "Ite, Missa est", fórmula litúrgica que precedía a la bendición final. El otro, impasible, se giró hacia el monaguillo que sujetaba la vela y exclamó " ¡apaga y vámonos!, que ya está dicha la misa".

1 comentario:
¡Vaya! No sabía que este dicho tenía un origen tan curioso, me ha encantado conocerlo :) ¡Gracias por compartirlo!
¡Muchos besitos de café ♥!
Mocca
Publicar un comentario