Relatan los cronistas de los siglos XVI y XVII que este cuerpo se ganó a pulso la fama de impuntualidad. Generalmente, cuando llegaban al lugar requerdo para prestar el auxilio ya se habían cometido los demanes y siniestros. Y a veces tardaban tanto que los vecinos del pueblo habían resuelto el problema. De hay que cuando se presonaban en el lugar de los hechos, la gente les reporchaba diciendo " ¡A buenas horas, mangas verdes!".
La frase ha quedado para expresar en sentido peyorativo la demora y llegada tardía de un auxilio, así como para significar que los méritos no llegan en el momento oportuno.

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